Enseñar al deportista a
manejar los estímulos ambientales: control de ansiedad:
Para evitar que los alumnos
entren en un bucle de ansiedad, lloros, bajones… lo más lógico y razonable es
tratarlos a todos por igual. Recodarles en su medida que ellos mismos son los
que tienen que aprender por si solos y que tu les vas a ayudar siempre que lo
necesiten y que esto no se trata de ver quien es el mejor sino de que todos
sean los mejores y se ayuden.
Generar hábitos de vida
saludable: “entrenamiento invisible”:
Recordarles
que una buena alimentación es lo más importante, preguntarles si han
desayunado, si han traído algún aperitivo como el que tú mismo deberías tener
en tu bolsillo (que te vean comerlo).
Si en
cualquier momento están disgustados, cansados o doloridos y no lo dicen,
intentar darte tu cuenta y poner solución al problema.
Mejorar las capacidades
psicológicas relacionadas con el equipo:
Siempre es bueno recordarles
que todos somos un equipo y siempre vamos a ayudarnos entre nosotros. Viene
bien preguntar dudas que surjan en alto para que respondan y se oigan entre
ellos. Realizar actividades que supongan esfuerzo en equipo o por grupos, etc.
Desarrollo del pensamiento
táctico: solución de problemas:
También
es importante que a la hora de que haya un problema sepan arreglárselas ellos
solos o con la mínima ayuda del entrenador.
Es bueno
llevarlos por pistas medianamente difíciles para que vayan conociendo el
peligro que puede suponer y que aprendan a desenvolverse porque alguna vez no habrá
quien les ayude.
Aumentar el nivel de
motivación:
Es bueno generar motivación
tanto grupal como individualmente.
Obsequiarles con alguna
actividad o parada en la cafetería cuando veas que están haciéndolo muy bien,
darles alguna que otra charla poniendo ejemplos de grandes deportistas que
ellos conozcan, etc.
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